Juan Falcón nació en Oviedo en 1959, más conocido como Juanín el de Concha, de Bárzana, comienza sus estudios en el Orfanato Minero de Oviedo desde donde encauzó su vocación para luego matricularse en la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo. Pudo acceder a una beca en el Centro de Arte de San Jaime de Barcelona.
Ganó el concurso de Artes Plásticas Corberó, obtiene una nueva beca que le ayuda a dar el sato a París donde forja su estilo. Trabaja como asistente en los talleres de Eduardo Arroyo y Valerio Adami "Fueron los tiempos mas felices de mi vida" decía Juan de esa etapa de su vida. Conoce artistas tan influyentes como la familia de Joan Miró, de la que Juan dice "Echo de menos a esa familia que tanto me cuido". También conoce al concertista Alain Planes y el escenógrafo Ilie Valea, con quien diseña el vestuario de la ópera de Monteverdi "Il mondo de la luna".
Entre los años 1.990 y 1.993 Juan Falcón realizó diversos encargos para el Gobierno del Principado, entre los que destaca la escultura de los osos de Tuñón, punto de arranque de la Senda del Oso. "Me la pagaron de puta madre, cuatro o cinco millones, ya no me acuerdo" decía Juan, "Me gustaría seguir en la escultura, soy escultor antes que pintor".
Parece que esto del arte es cosa de familia. Su sobrina Lucia Falcon, que dedico su tesis a la obra que su tío tiene diseminada por Oviedo, Quirós, París y Almería, es titular de una galería de arte "Falcón espacio creativo", donde su hermano Juan Falcon, que lleva el mismo nombre que su tío, tiene su taller y expone su obra.
TENTACION
Si hemos conseguido imantarnos
en este mundo de amarillos y secretos,
si hemos conseguido enmarañarnos
en el fino trazo de lo eterno,
si hemos conseguido encontrarnos
en esta tentación en la que yacemos;
no existiría más universo para nosotras
que el que dentro de este marco poseemos,
y tentadas a por siempre encontrarnos
abriendo nuestras mentes a lo etéreo,
a los trazos del poeta del color
que ha querido perpetuar este momento.
Que por siempre mi mirada vuele alto
mientras mis ojos no se crucen con los tuyos,
tentaciones que penamos condenadas
a por siempre querernos sin mirarnos,
a por siempre querernos en silencio.
David Fueyo
Juan cobró 800.000 pesetas por una escultura que al Principado le costó 8.000.000.
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